Café de sobremesa. Hora de relax. Es ya la enésima tarde típicamente otoñal, con esa gama de grises cubriéndolo todo y la humedad calándose en las casas y en los huesos. Huele a leña quemada. Chimeneas que se encienden por puros deseos de imbuirnos de otoño. Aunque las temperaturas siguen manteniéndonos en un inacabable final de verano. Llueve tras los cristales. Esa lluvia fina, persistente. Suena Chet Baker y todo presagia una tarde perfecta de un viernes perfecto. De repente... cielos, trabajo esta tarde! Por todos los...
No, no te rías. Podría sucederte a ti.
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