dissabte, 19 de novembre del 2011
Día de reflexión
Buscando unas fotos en cajas de aquellas que sólo abrimos para eso, para buscar, doy con un artículo que guardé en su momento. Me llama la atención, releo...
"... Conviene tratar de profundizar en el fenómeno innegable de una derechización del electorado y en un relativo, pero innegable, agotamiento de la oferta socialdemócrata. Hay algunos elementos de análisis que me parece importante señalar. Un distanciamiento progresivo de los ciudadanos de la política, en medio de un escepticismo creciente, como crecientes son las actitudes y los miedos de la ciudadanía. El desprestigio de la política, la distancia entre los discursos y los hechos, las promesas incumplidas, la falta de ambición, la adaptación a las encuestas.
Y la ausencia de propuestas coherentes y alternativas a la dominación del mercado. La coonfusión o las medias respuestas a la globalización. Las contradictorias referencias a la construcción de Europa. El aumento de la delincuencia. Los ataques a las conquistas sociales. La precariedad del empleo. La fragilidad de los sistemas de pensiones. La volatilidad de los ahorros. Los escándalos financieros y la corrupción. El daño ecológico. El 11-S. La inmigración. Internet. La clonación y las células madre. La guerra de Oriente Próximo.
Son algunos de los muchos fenómenos que se presentan de manera concreta y vertiginosa a una ciudadanía incapaz de digerir tantos cambios, tantos acontecimientos y sorpresas, a tanta velocidad, y que además no recibe respuestas convincentes a lo que aparece como un descontrol de todo ello desde la política democrática.
Las viejas respuestas, son eso, viejas, y por tanto no son respuestas. La demagogia populista en sus distintas variables (y no creo que ayude en nada una simplificación que confunda Haider con Bossi o Fini, Le Pen con Fortuyn) tiene en común un lenguaje directo y comprensible, la ventaja de simplificarlo todo y buscar chivos expiatorios fáciles, generalmente la inmigración, Europa y la globalización. Y ello para colocar lo identitario y lo nacional como eje central de sus propuestas, junto a la defensa del orden y la seguridad en su interpretación más represiva. Poco importan las contradicciones o aberraciones de sus discursos. Son la oferta de la seguridad frente a tantos miedos y a tanto discurso hueco, incapaz de dar respuestas concretas a tanta ansiedad.
Si los partidos socialdemócratas fueron artífices principales de los cambios que convirtieron el capitalismo salvaje en estados de bienestar, cabe preguntarse cómo están reconvirtiendo su ideario reformista ante los nuevos retos. En parte, su agenda se ha ido poniendo en práctica y muchos nos preguntamos si, además de "defender las conquistas", tiene un ideario claro y alternativo frente a la brutal ofensiva de este nuevo capitalismo, si tienen asumidos los necesarios cambios en las políticas de desarrollo contando con la variable ecológica. Mucho me temo que el papel reformista y transformador de la actual socialdemocracia se agota. Y los electores lo saben y lo sienten.
Para los que seguimos convencidos de que es posible frenar el deterioro de la política, desde posiciones progresistas, es un momento clave. No se trata de echar leña al fuego de la confusión, sino de demostrar que es posible recuperar un ideario transformador que dé respuestas claras, aunque no sean simplistas, a las preocupaciones, a los miedos y a los sueños de tanto ciudadano desencantado, fase previa al riesgo de desenganche de tantas personas normales, que sucumben a las tentaciones populistas y extremistas. Y no se trata de hacerlo contra, sino con los socialistas y otras fuerzas progresistas.
Hay que cambiar de discurso, hay que cambiar las formas de hacer política, hay que aprender a discutir, encontrar las nuevas fórmulas, una nueva complicidad ciudadana, hacer un clic cultural con los emergentes, estrablecer nuevos compromisos ciudadanos, una especie de nuevo contrato social en este mundo globalizado lleno de dramas y desastres que tienen solución, si queremos enfrentarlos..."
Este artículo podría estar escrito anteayer. Está firmado por alguien que hoy es ya un cadáver político. Alguien que estrelló su carrera buscando torpedear a la derecha en la alcaldía de Madrid: José María Mendiluce a 17 de Mayo de 2002.
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