El 25 de enero de este año, el llamado Día de la ira, la sociedad egipcia -inspirada en la revolución tunecina- se rebeló iniciando una serie de manifestaciones y revueltas como protesta a la precariedad social y a la brutalidad policial del régimen de Mubarak. Egipcios repartidos por todo el mundo veían orgullosos y esperanzados lo que podía ser el principio del fin de una larga historia de corrupción y falta de libertad.
El 11 de febrero, Mubarak dimitía. Pero el sufrimiento no acaba. David Bollero nos lo cuenta.
Egipto vende cara su libertad
Sin embargo, aquello no fue más que una artimaña para enquistarse en el poder como de hecho así ha ocurrido. Con el mariscal Mohamed Tantaui, jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) actuando con el manual del buen dictador militar bajo del brazo, los disturbios en las calles ya se han cobrado una veintena de muertos y más de 1.700 heridos desde la semana pasada. La tensión en las calles ha alcanzado tales cotas que ni siquiera la dimisión del Gobierno calma los ánimos a menos de una semana de las elecciones parlamentarias, por fases y que se extienden en el tiempo con tal complejidad que muy pocos las entienden de veras.
Ya en el mes de octubre, antes de que las protestas -duramente reprimidas- comenzaran, el periódico Al Sharouk denunciaba los planes del Ejército, asegurando que violaban la declaración constitucional. Hoy mismo, Amnistía Internacional ha presentado en Londres un informe en el que denuncia que las violaciones de Derechos Humanos son mayores ahora que bajo el régimen de Mubarak. Y con este panorama, este lunes nueva manifestación en la que los Hermanos Musulmanes no participarán. Corren rumores de negociaciones entre Ejército y partidos, apalabrando cargos en el nuevo Gobierno.
¿Está fracasando la Primavera Árabe o, por el contrario, sigue triunfando porque el pueblo se niega a aceptar un simple cambio de gorra? Los activistas sociales están decididos a poner caro el precio de sus cabezas. No basta con deponer a un dictador, es preciso alcanzar un verdadero estado democrático -con todas las carencias y deficiencias que este sistema presenta- en el que el pueblo se sienta representado, en el que respire libertad. No hay otro camino y figuras como el mariscal Tantaui, sencillamente, sobran. Recuerda demasiado a historias pasadas que no terminaron bien. La diferencia con el pasado es que el egipcio siente que ya no tiene nada que perder y todo por ganar. Veremos si quienes mueven los hilos detrás de Tantaui y quienes tan sólo aspiran a ser uno de esos hilos opinan lo mismo."
y nos lo muestra en su "foto del día".
El pueblo egipcio es claro: "Dictadores NO", sean civiles o militares. El control del Ejército ha arruinado el buen camino por el que marchaba la Primavera Árabe. Ahora, los egipcios quieren recuperarlo con masivas protestas en las calles, que ya se han cobrado una veintena de muertes (Reuters)
Gracias, David.
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