Era grande, verde, sana. Llena de vida y albergando vida. Y un día, casi sin darnos cuenta, se introdujo en su alma un maldito insecto. La fue carcomiendo por dentro, envenenándola, robándole la vida, echando a la calle a cuanto pájaro se refugiaba en ella. Hasta dejarla convertida en algo que sólo arregla una sierra mecánica, cortando a ras de suelo...
Hablo de mi palmera y de mi país.
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