dissabte, 31 de març del 2012





...
y el mar, el mar,
aroma
suspendido,
coro de sal sonora,
mientras tanto,
nosotros,
los hombres,
junto al agua,
luchando
y esperando
junto al mar,
esperando.


...

P.N.

divendres, 30 de març del 2012





...

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.


...

F.G.L.

dimecres, 28 de març del 2012

Yo quiero ser llorando...

Hoy se cumplen 70 años de la muerte de Miguel Hernández. Murió en la enfermería de la prisión de Alicante. Cuentan que no pudieron cerrar sus ojos...

En la muerte del Miguel Hernández



 
I

No lo sé. Fue sin música.

Tus grandes ojos azules
abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante,
cielo de losa oscura,
masa total que lenta desciende y te aboveda,
cuerpo tú solo, inmenso,
único hoy en la Tierra,
que contigo apretado por los soles escapa.

Tumba estelar que los espacios ruedas
con sólo él, con su cuerpo acabado.
Tierra caliente que con sus solos huesos
vuelas así, desdeñando a los hombres.
¡Huye! ¡Escapa! No hay nadie;
sólo hoy su inmensa pesantez da sentido,
Tierra, a tu giro por los astros amantes.
Sólo esa Luna que en la noche aún insiste
contemplará la montaña de vida.

Loca, amorosa, en tu seno le llevas,
Tierra, oh Piedad que, sin mantos, le ofreces.
Oh soledad de los cielos. Las luces
sólo su cuerpo funeral hoy alumbran.


II

No, ni una sola mirada de un hombre
ponga su vidrio sobre el mármol celeste.
No le toquéis. No podríais. Él supo,
sólo él supo. Carne sólo para amor. Vida sólo
por amor. Sí, que los ríos
apresuren su curso; que el agua
se haga sangre; que la orilla
su verdor acumule; que el empuje
hacia el mar sea hacia ti, cuerpo augusto,
cuerpo noble de luz que te diste crujiendo
con amor, como tierra, como roca, cual grito
de fusión, como rayo repentino que a un pecho
total único del vivir acertase.

Nadie, nadie. Ni un hombre. Esas manos
apretaron día a día su garganta estelar. Sofocaron
ese caño de luz que a los hombres bañaba.
Esa gloria rompiente, generosa que un día
revelara a los hombres su destino; que habló
como flor, como mar, como pluma, cual astro.
Sí, esconded la cabeza. Ahora hundidla
entre tierra, una tumba para el negro pensamiento caváos,
y morder entre tierra las manos, las uñas, los dedos
con que todos ahogasteis su fragante vivir.

III


Nadie gemirá nunca bastante.
Tu hermoso corazón nacido para amar
murió, fue muerto, muerto, acabado, cruelmente acuchillado de odio.
¡Ah!, ¿quién dijo que el hombre ama?
¿Quién hizo esperar un día amor sobre la Tierra?
¿Quién dijo que las almas esperan el amor y a su sombra florecen?
¿Que su melodioso canto existe para los oídos de los hombres?

Tierra ligera, ¡vuela!
Vuela tú sola y huye.

Huye así de los hombres, despeñados, perdidos,
ciegos restos del odio, catarata de cuerpos
crueles que tú, bella, desdeñando hoy arrojas.
Huye hermosa, lograda,
por el celeste espacio con tu tesoro a solas.
Su pesantez, el seno de tu vivir sidéreo
da sentido, y sus bellos miembros lúcidos para siempre
inmortales sostienes para la luz sin hombres.

 
Vicente Aleixandre
 
 
Como no habían podido callar su voz...
 



ni pudieron enterrar su palabra






...

Cuando era primavera en España:
yo buscaba en el cielo.
yo buscaba
las huellas tan antiguas
de mis primeras lágrimas
y todas las estrellas levantaban mi cuerpo
siempre tendido en una misma arena,
al igual que el perfume, tan lento,
nocturno, de las magnolias.
Cuando era primavera.

...

E.P.

dimarts, 27 de març del 2012




...

No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:

nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

Á. G.

dilluns, 26 de març del 2012




...

Regreso del desierto donde he caído mucho;
retira la cicuta y obséquiame tus vinos:
espanta con un llanto de amor a mis sicarios,
cuyos gestos son férreas cegueras de Longinos!


...

C.V.




¡Volar sin alas donde todo es cielo!
Anota este jocundo
pensamiento: Parar, parar el mundo
entre las puntas de los pies,
y luego darle cuerda del revés,
para verlo girar en el vacío,
coloradito y frío,
y callado —no hay música sin viento—.


...

A.M.

diumenge, 25 de març del 2012





...

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.


M.H.

dissabte, 24 de març del 2012





...

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


L.C.

Jocs i joguines


Amb moltíssimes ganes de riure, passar-ho bé i gaudir de les petites coses. Però és tot tan gris que crec que se m'està oblidant com fer-ho. Potser mirant enrere... quan tot era senzill.

divendres, 23 de març del 2012





...

Amor, Amor, ¿la jovenesa on és,
que ens feia iguals la carn i l'esperit
com dues flames d'un mateix delit?
Ah, si el desig pogués morir del bes!
O fos l'Amor un déu que no envegés
el poc de pietat no asservit
en els dolços tumults del seu favor
ni en el las afalac al seu oblit,
     Amor, Amor!


...

C.R.

dijous, 22 de març del 2012





Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
no, ni tus hojas secas,
tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
no desde tu cansancio
de ti. Quiero sentirla.
...

P.S.

dimecres, 21 de març del 2012



Tonino Guerra, el poeta del cine, muere a los 92 años en el día de la poesía. Gracias por tantos buenos momentos.


La muerte

Yo si pienso en la muerte
me muero de miedo
porque al morir se dejan demasiadas cosas
que después ya no vuelves a ver nunca más:
los amigos, los parientes, los árboles
del paseo que tienen ese olor
y toda la gente que has visto
aunque sea una sola vez.

Yo quisiera morirme en el invierno
mientras llueve
en uno de esos días que se hace de noche pronto
y por la calle los zapatos se te llenan de barro
y la gente se encierra en los cafés
alrededor de la estufa.

Día mundial de la poesía




Cada poema es único. en cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. cada lector busca algo en el poema. y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro. (Octavio Paz)


Hoy es el día mundial de la poesía. He intentado seleccionar una en especial para este día. No he podido. Las que descartase para quedarme con una sola vendrían luego a reclamarme su protagonismo. Sería injusto.

Sí un recuedo en este rincón a todos los poetas que han desfilado por aquí. A todos y cada uno de los que han sabido crear un mundo en el que refugiarse.

 Alfonsina Storni
 Ana Ajmatova
 Ana María Rodas
 Ángel González
 Ángela Figuera Aymerich
 Anna Maria Moix
 Antonin Artaud
 Antonio Delgado

 Antonio Machado
 Arthur Rimbaud
 Blanca Wiethuchter
 Blas de Otero
 Carles Barral
 Carlos Edmundo de Ory
 Cesar Pavese
 César Vallejo
 Chantal Maillard
 Claudio Rodríguez


 Dante Alighieri
 Delmira Agustini
 Dionisio Ridruejo
 Eduardo Galeano
 Eduardo Lizalde
 Eladio Cabañero
 Emilio Prados
Federico García Lorca
 Félix Grande
 Florentino Huerga
 Francisco de Quevedo
 Gabriel Celaya

 
George Moustaki
 Gioconda Belli
 Gloria Fuertes
 Ingeborg Bachamann
 Jaime Gil de Biedma
 Jaime Sabines
Jesús Aguado
 
Joan Manuel Serrat
 Joan Margarit
 Joan Salvat Papasseit
 Jonio González
 Jorge Guillén
 Jorge Luis Borges
 Jorge Riechmann
 José Agustín Goytisolo
 José Ángel Valente
 José de Zorrilla
 José Hierro
 José Manuel Caballero Bonald
 Juan Eduardo Cirlot
 Juan Gelman
 Juan Luis Panero
 Julia Uceda
 Julio Cortázar

Julio Rodríguez
Konstantino Kavafis
 León Felipe
 Leonard Cohen
 Lina Zerón
 Lindsay Kemp

 Luis Cernuda
Luis Eduardo Aute
 Luis García Montero
 Luisa Futoransky
 Manuel Altolaguirre
 Manuel Vázquez Montalbán
 María Elena Walsh
 María Zambrano
 Mario Benedetti
 Max Aub
 Meira Delmar
 Miguel de Unamuno
 Miguel Hernández
 Miquel Martí i Pol
 Nicanor Parra
 Nicolás Guillén
 Octavio Paz
 Oliverio Girondo
 Pablo Neruda
 Paul Éluard
 Pedro Salinas
 Rafael Alberti
 Rainer Maria Rilke
Ramón María del Valle-Inclán
 René Char
 Rubén Darío
Rubén García Cebollero
 Stéphan Mallarmé
 Tomás Segovia


Vicente Aleixandre
 Walt Whitman
Wislawa Szymborska



Llamo a los poetas


Miguel Hernández. España, 1939.
De El hombre acecha.


Entre todos vosotros, con Vicente Aleixandre
y con Pablo Neruda tomo silla en la tierra:
tal vez porque he sentido su corazón cercano
cerca de mí, casi rozando el mío.

Con ellos me he sentido más arraigado y hondo,
y además menos solo. Ya vosotros sabéis
lo solo que yo voy, por qué voy yo tan solo.
Andando voy, tan solos yo y mi sombra.

Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Prados, Garfias,
Machado, Juan Ramón, León Felipe, Aparicio,
Oliver, Plaja, hablemos de aquello a que aspiramos:
por lo que enloquecemos lentamente.

Hablemos del trabajo, del amor sobre todo,
donde la telaraña y el alacrán no habitan.
Hoy quiero abandonarme tratando con vosotros
de la buena semilla de la tierra.

Dejemos el museo, la biblioteca, el aula
sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo.
Ya sé que en esos sitios tiritará mañana
mi corazón helado en varios tomos.

Quitémonos el pavo real y suficiente,
la palabra con toga, la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día, de la emoción del día.
Abandonemos la solemnidad.

Así: sin esa barba postiza, ni esa cita
que la insolencia pone bajo nuestra nariz,
hablaremos unidos, comprendidos, sentados,
de las cosas del mundo frente al hombre.
Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua. Y a cantar entraremos
a una bodega, a un pecho, o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento.

Ahí está Federico: sentémonos al pie
de su herida, debajo del chorro asesinado,
que quiero contener como si fuera mío,
y salta, y no se acalla entre las fuentes.

Siempre fuimos nosotros sembradores de sangre.
Por eso nos sentimos semejantes del trigo.
No reposamos nunca, y eso es lo que hace el sol,
y la familia del enamorado.

Siendo de esa familia, somos la sal del aire.
Tan sensibles al clima como la misma sal,
una racha de otoño nos deja moribundos
sobre la huella de los sepultados.

Eso sí: somos algo. Nuestros cinco sentidos
en todo arraigan, piden posesión y locura.
Agredimos al tiempo con la feliz cigarra,
con el terrestre sueño que alentamos.

Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio,
Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe.
Hablemos sobre el vino y la cosecha.

Si queréis, nadaremos antes en esa alberca,
en ese mar que anhela transparentar los cuerpos.
Veré si hablamos luego con la verdad del agua,
que aclara el labio de los que han mentido.



Gracias a todos los que están y a los que estarán sin duda a medida que vaya necesitando de sus palabras.