Esta mañana, al salir de casa, Paula y yo nos hemos quedado prendadas del espectáculo que el cielo nos ofrecía. Eran las seis y media y noche cerrada aún. La Luna tenía el aspecto de los cuentos de Las Mil y Una Noches, recortada perfectamente sobre un intenso Azul Oscuro Casi Negro. Y, a su lado, Venus brillaba como nunca lo había visto, potente, descarada... con un guiño que la Luna recogía con su mejor sonrisa.
En cuanto he dejado a Paula en la estación, he vuelto a casa en busca de la cámara. Quería plasmar la escena antes de que amaneciera. No ha sido hasta media mañana que he sabido lo oportuno de las fotografías.
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