dimecres, 4 de maig del 2011

ASIGNATURA PENDIENTE


Debía tener yo diez o doce años cuando vi Gritos y Susurros. Fue en uno de los cines de barrio -qué cutre suena ahora eso- a los que íbamos cada semana a ver... lo que programasen, fuera lo que fuese. Como es obvio, no entendí absolutamente nada de la película. Pero no me dejó indiferente de ningún modo. Bergman decía que todo su cine podía verse en blanco y negro... excepto Gritos y Susurros. Y es cierto. Toda la película está llena de simbolismos y el color juega un papel protagonista. Me impactó. Cuando se habla de la calificación por edades de las películas siempre pienso en esta. Supongo que a esa edad resulta imposible asociar belleza con sufrimiento. No sé si fue eso, pero sí sé que no perdí detalle y, la mezcla del piano, el sonido de la agonía, los susurros, la belleza del paisaje, la delicadeza de esas mujeres vestidas de blanco, la tristeza de las caras y el rojo hiriente de los interiores -del interior del alma-... todo eso me provocó un sentimiento de inquietud que -a día de hoy- ha hecho que no la haya vuelto a ver.
Verla con ojos de adulta es una de mis asignaturas pendientes.

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